martes, 7 de octubre de 2008

edición en construcción "Nada Yace" de Selecio Amberes

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comentario a “Nada Yace” de Selecio Amberes
por Dasein Sanzen



“Presencia en declive hacia la progresiva ausencia.
Menos alientos, calidez y palabras transitantes.
Tendencia al escombro.
No recordar ni volver.”

Emotiotheorema para una catástrofe - 1, Francisco Degolla



Las mismas letras son un deambular contra la muerte. Quién sabe sobre su sobrevivencia. Quizá la procesión de todas las escrituras encontrarán una nueva versión de una Alejandría más universal. O quizá tan sólo un silencio general bastaría como incendio para abolir la escritura – o mas bien, los escritos.

No es sacro santa ni inmortal la escritura, cualquier cosa esencial en el hombre la supera y permanece, como los vacíos profundos que nos impulsan a búsquedas que además nos hermanan.

Éstas travesías son la volición primaria para las formas, los hitos que dejan su marca para la comulgación de los que ya han zarpado.

Hay diferencias sin duda, y la escritura coleccionada entre éstas tapas a ratos hace el intento de cruzar búsquedas. La tendencia moderna a moderar todo bajo principios universalizantes atropella lo que las individualidades y sus diferencias, elegidas a veces, intentan sostener. No todos los ríos dan al mismo mar. Es bastante vasto ya el campo del diálogo y la creación que da la diferencia como para hallar cruces y colaboraciones allí, y no hallo gran sabiduría en implementar una homogeneización general de las búsquedas y sus “soluciones” o “Fin” para abolir la legitimidad de una y otra. Incluso las creencias más allá de la muerte sí sujetan a muchos a creencias férreas sin caer en la débil divagación o especulación racionalista que se encierra en sólo ver en todo aquello blandas certezas sostenidas por una “categoría” psíquica.
La fe no es una mera función cerebral o un instrumento más de la post-modernidad. No es un producto más de las industrias editoriales de la autoayuda, ni de alguna glándula. Infructuoso es el camino de hallarla desde y por medio de la materia, siendo que está por sobre ella – no es ella la que baja de nivel para hacerse entender sino que es el lenguaje el que debe cambiar a Su lenguaje. Parafraseando a Selecio Amberes, el Yo es silencio ornamentado. Hay búsquedas colosales por tratar de entenderla, y así yerran el camino. Quizá sólo basta con formular la conjetura o el enigma, como quién arroja la apuesta, o la frase para el diálogo, como medio para un fin no tan sólo esto, sino la apertura a la respuesta, que no es cualquiera sino que ya está sujeta a un propósito, es por esto que no hay tal fe que se quede sólo en el mero preguntar para quedar en vacío de nuevo - hay cántaros que se van llenando.

Los tiempos en que muchos de estos versos fueron arrojados, postreros al viaje general de la fraternidad a Vietma, manifiestan secretamente ese conflicto previo entre la modernidad racional, la inconsecuencia y blanda post-modernidad y el dar con esas certezas que se alimentan espiritualmente, asiendo lo contenible y dispuesto para el ser humano, en la superficie de lo incontenible eterno.

Destaco esa contradicción poetizada, esa expurgación que a ritmo particular de la meditación de Selecio, en esas épocas, queda como retazos precisos de un proceso de desmadejar la polución contemporánea, que muchas veces nos nubla ante lo que cada uno lleva por sí y para sí, el secreto propio de lo que está detrás “acechando el latido”.



D. S.

Septiembre, 2008

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