miércoles, 18 de noviembre de 2009

El Rey ha muerto! / la inauguración

Fotografías del evento de inauguración de la exposición fotográfica-cartel "El Rey ha muerto! - Arquetipos de infamia", en el cual, Coyote Sorge presentó textos poéticos, se presentaron temas en versión acústicas de la banda Horda Primitiva por Alfredo Russel y luego cerró la jornada el Colectivo Incendiario con una performance de danza-teatro butoh, "Amortajados", que culminó de forma memorable, y acompañado de fondo musical de Canis Latrans.












secuelas de la inauguración






(La muestra fotográfica estará hasta el domingo 29 de Noviembre)

domingo, 1 de noviembre de 2009

"El Rey ha muerto!" - comentario





Sobre “El rey ha muerto. Arquetipos de infamia”. Exposición de Coyote Sorge.


por Cristián Arregui B.
Licenciado en Estética, poeta y editor independiente.



El rey ha muerto/ qué viva el rey! ¿Podemos vivir sin rey? En estas imágenes Coyote Sorge nos presenta el retorno de un arquetipo muerto, amortajado, en la inquietud y blanco-negro de su ambigüedad (¿pero pueden en verdad morir los arquetipos?). El suyo es un arte libertario que se opone a los poderosos de la tierra, como un manifiesto en contra de la noción misma de poder / su arte es también religiosa espera-nostalgia de un tiempo en que otros arquetipos habitaron - estéticamente - la tierra o, digámoslo así, cuando otros arquetipos podían, porque, insisto, lo que tenemos aquí es, entre otras cosas, una reflexión sobre el poder. ¿Qué poder? Los títulos de las obras expuestas quieren contarnos fragmentos de una historia que no alcanzamos a dilucidar, como si repitieran la escritura de toda narración histórica, que es ideologización, toma de partido que no alcanza a iluminar la trama del inconciente y de la sombra. Digo esto porque el poder que se presenta en estas obras es primeramente el de la oscuridad de lo no totalmente nominado o bien de lo que hace zozobrar la nominación. Las imágenes de Coyote Sorge nos desplazan al terreno del Unheimlich, lo extraño, lo no-familiar. Es en esa zona donde el rey y los suyos pueden volver a hablarnos, como víctimas y victimarios, desde umbrales previos al bien y al mal. El rey aquí es también un “anarquista coronado” y habla a lo Unheimlich de cada uno de nosotros y la instalación de las obras, quiere hablar a lo Unheimlich de una sociedad sumida en la infamia ya “familiar” de cada día. A modo de ejemplo de la ambigüedad que fomenta la interpretación de estas obras: En “Nueva Constitución” el personaje porta un libro que el título parece designar, pero la imagen nos desplaza a una zona en donde el libro puede ser El Libro con mayúsculas o bien El Libro de los Libros, si se quiere, sumergiéndonos así en una trama de conexiones misteriosas e inquietantes. En “Traidor (el diplomático)”, la imagen nos saca de cualquier enjuiciamiento al que nos puede tentar el título, para dejarnos ante la belleza del cuchillo y del gesto, plata sobre negro, dinamismo quieto, riquísimo en su referencialidad literaria (Borges, por nombrar quizá al más cercano). Y el rey que ha muerto puede ser también, por qué no, Nuestro Señor Jesucristo, que se anuncia como presencia-ausencia, invitación a descubrir su rostro, El Rostro. De hecho, todos estos juegos interpretativos, son directamente motivados por los rostros cubiertos. Resaltan sus gestos corporales, como si fueran los actos de dioses o de personajes literarios de los que hemos olvidado sus nombres y sin embargo siguen operando sobre nosotros, desde la esfera de sueños que habíamos olvidado, pero que el arte nos vuelve a traer. Fantasmas que en la inquietante extrañez de estos fragmentos lucen más intensos que los vivos.








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