miércoles, 8 de septiembre de 2010

"Corrosión y Gracia" - comentario


Comentario a "Corrisión y Gracia"
por Cristián Hernández González

















Corrosión y Gracia


Cuando me planteo revisar un libro de alguien tan cercano a uno, tanto por la amistad, la conversación, la fe; se me presentan inmediatamente dos interrogantes ¿Se puede ser objetivo? ¿Se puede realizar una crítica de quien se tiene un grado de admiración?


Y es que con la primera interrogante, siempre terminare resolviendo que: no se puede ser objetivo, ya que esto, aún en parámetros de “objetividad” tiene mucho de subjetividad. Apreciaciones personales, gustos, creencias y una multiplicidad de factores.


En la segunda interrogante me encuentro con el criterio de ser más o menos beneplácito con las creaciones artísticas de mi amigo.

Aún así me adentrare en cuestiones meramente apreciativas personales, según mi limitado criterio, subjetivo y tal vez beneplácito.

Si hay algo que me llamo la atención del libro en su conjunto, es el planteamiento de fe que realiza, creando un planteamiento único uniquívoco, de la fe que profesas, en una creencia a ciencia cierta, determinado por la fe (a veces ciega, mayormente no), del advenimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Vamos soslayando como seres las múltiples señales que se van manifestando en nuestro entorno, rehuyendo de nuestro propio destino, tan propio, tan próximo; y lo manifiestas en cada uno de los versos “la Vida anunciada // el goteo deslumbrante // de Su llegada”(Aurora, Pág. 64). Y en los versos se aprecia esa devoción por el fin (Afición por el Fin, Pág. 50), reconocida, apreciada, por lo tanto manifestada.

Es que no se puede callar una verdad (que puede ser relativa o absoluta, dependiendo del punto de vista de cada quien), que es tan grande, el saber algo, y buscar formas de manifestarlas a la luz.

El libro pareciera un grito de un Noé contemporáneo, diciendo, anunciando la llamada a cada cual que tenga en sus manos los escritos. Un Noe, tan contemporáneo, que a veces pareciera que fuese casi como un Jonás gritando por un Nínive, tan rápido como pudiera que el juicio de Dios se acerca, como no queriendo ver o no interesándose por la misericordia de Dios o el castigo.

Crítico a veces del lector, como si fuera un interlocutor, una voz omnipresente que sabe sus pensamientos “Usted se sensibiliza porque aún cree tener un corazón. ¿Y que si le digo que sus emociones todas son compradas, que usted las pone en arriendo, y efectivamente ya las tiene alquiladas cada día, que cada vez mas expone sus sentimientos profundos a ser arrebatadas por la algarabía arrasadora y constante de la hipermercalización de emociones?”(Pág. 47).

En cada poema veo un desgarramiento del alma del poeta Coyote Sorge, como si fuera una necesidad imperiosa el transmitir un mensaje, a veces para el inexplicable y a la vez inexcusable sería el callar para manifestar “el devenir de lo inútil//a ser registrado en secuelas” (El Devenir de lo Inútil, Pág. 98). Y por sobre todo lo que sucederá en aquel día en que pasara la masa a ser un montón de nombres al olvido // consagrados // al hambre de la Gehena”.

Si pudiera hacer un alcance en la manera de escribir, sería la impregnada influencia de un gran escritor como Pablo de Rokha, en un explicito reconocimiento escribe versos a este, “Rokha” (Pág. 111), como una veneración y reconocimiento a este “grande como la tierra…” y que es semblanza de su ser.




fuente:
http://nemesiopoeta.blogspot.com/2010/09/comentario-libro-corrosion-y-gracia-de.html

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