lunes, 22 de agosto de 2011

prólogo a "Corrosión y Gracia"


Dentro de lo que queda del mes de Agosto, estaremos con D-Escritor Ediciones, realizando el lanzamiento de la 1era edición y 1er tiraje del libro "Corrosión y Gracia" de Coyote Sorge.
El siguiente es el primer prólogo o comentario a incluir en el libro, escrito por Enrique de Santiago y Francamilfuegos, a ellos las gracias por su texto y dedicación, y por la atención dada al libro.



Prólogo a “Corrosión y Gracia” de Coyote Sorge
por
Enrique de Santiago y Francamilfuegos.


Pero no desalojéis el alma

Lambsprinck.



La imaginería de Coyote Sorge, transita cargada de sentido espiritual a través de las complejidades que enfrenta el hombre en una sociedad que lo agobia con su maquinaria de coerción. Ahondar en los cimientos de esta mirada, nos llevará a descubrir que su infancia se vio traspasada, a su pesar, por acontecimientos que lo convirtieron en un nómade constante no sólo en el sentido geográfico, sino también en lo emocional y posteriormente en lo intelectual.


Esta carencia de contención, se tradujo en un temprano romanticismo, alimentado por libros como “Gracia y el Forastero” y más tarde, alcanzada la adolescencia, en un afiebrado recorrido por autores como Friedrich Nietzsche, Hegel, Lovecraft, Émile M. Ciorán, Heidegger, Henry Miller, Kundera, Pablo de Rokha y Ernesto Sabato, entre otros. Todos y cada uno, remecieron el árbol hasta que de él brotaron letras, como una tormenta bíblica. Pero ¿Cómo este coctail acaba maridado con su espiritualidad? ¿Cómo dialogan estos autores de su adolescencia con su etapa de conversión, sin producir un estallido esquizofrénico? Fue una duda que me atravesó tras leer el borrador de “Corrosión y Gracia”, y teniendo certeza ya, sobre su apego a la palabra, al canon y la interpretación de las escrituras. Pero el mismo autor lo resuelve al señalar que las teorías deben ser enfrentadas con las necesidades próximas y prójimas que nos rodean, es así que imaginar a un Nietzsche enamorado resulta irreproducible, precisamente porque hemos establecido “un sistema de soberbias y atavismos que impiden al hombre hacerse de herramientas para poder entender con la razón y los hábitos lo espiritual”.


Hoy, convivimos en un escenario marcado por la visión apocalíptica y el autor la aborda desde el sentido etimológico de la palabra “la verdad revelada”, para él, el verso es una exhumación de acontecimientos falsos que deben ver la luz. Recorre en el verso, la caída de las utopías del siglo XX, con el posterior surgimiento de un poder sin parangón, de una doctrina del mercadeo que gobierna sin contrapeso, la cual sofoca y empobrece espiritualmente el alma, el non plus ultra de un imperio de la avaricia desmedida. Es como si Sorge escribiese desde el alto de una torre medieval, reprochando y desafiando a los poderes que se advienen en esta nueva era oscurantista para así dejar toda tierra arrasada, regiones mustias de fe, baldías de esperanzas y privadas del verbo amar, como en los versos:

“Te he de nombrar en medio del abismo/ de los que callan por fin, de los que duermen al fin/ cuando la noche se hace parte de mis palabras/ y la oscuridad el manto de mi mirada.” (1)


El escritor aboga por un rescate del origen de la conciencia humana, que sea capaz de revertir la tragedia ad portas y que permita realizar un giro direccional por parte de la humanidad, lo cual le evite terminar en una suerte de despeñadero profetizado. Una idea reservada a los “soñadores” o “idealistas”, tipificados por la razón neoliberal como un segmento de consumidores más, desarraigando de la naturaleza humana aquello que el escritor quiere rescatar de la latencia. La escritura de Sorge es abundante en escepticismos, pero a la vez es una palabra desde el hombre creyente, no el de rituales fatuos, inanes e inconducentes, sino que de aquel penitente que se somete a la vida piadosa, la vida de acción solidaria y de consecuencia.


“Sobre la Vida de la vida/ el fin de los finales/ el adiós de la muerte/ lo Último germinando el Comienzo.” (2) Subyace acá en estos versos la presencia del alfa-omega de las escrituras, la presencia de lo circular, un principio, su medio, un radio y un fin para ser nuevamente principio. La danza dialéctica que se palpa y genera en cada dentellada que se infringen los opuestos para dar finalmente una solución lumínica (a veces un desenlace sombrío) tanto en el concepto como en el sonido, como se percibe en el fonema que clausura el poema Aurora: “La mañana/ el primer respiro/ y Su nombre/ Aurora” (3). El uso de la mayúscula acentúa la forma visual que produce una resonancia adicional sobre lo tético en Aurora.


Fiat lux (4) es una constante en sus versos, se ve en sus descripciones, tanto del entorno como del sujeto narrado, sus personajes, sus manos, su mirada en el poema “Ya es tarde opte vía angosta”, elementos que a pesar de la severa oscuridad que los rodea, persisten en dejar una hendidura por donde se cuele la acción sanadora de la luz, la luz del poeta, la intrínseca y la aprehendida. Siempre asoma en sus escritos un cielo, un niño en la Alameda, un buen recuerdo, una advertencia premonitoria, un beso, un hilo de luminosidad plasmado en una o dos palabras, una suerte de hilo de Ariadna para no perderse en el laberinto de esta existencialidad. Sorge no sella el poema solo con tinieblas y al igual que en el lienzo "El descendimiento de Cristo" de Michelangelo Merisi da Caravaggio, contra esas sombras actúan las pinceladas de blanca palidez sobre la frente del Nazareno bajado de su cruz, a modo de la promesa que vence en el Gólgota.


El mensaje en la poesía acá triunfa en lo oculto, así como subsiste la persistente memoria grabada en secreto en las catedrales góticas, sabiduría hermética desplegada como verdades pétreas para el que busca, para aquel que duda para mejor ver, para mejor saber, pues el poeta es hombre incrédulo de la obra del hombre, ya que ha sabido del acto evangelizador de la espada, de la omisión de las palabras cardenalicias y de toda promesa que dice voten por mi para un futuro bienestar, por eso ya no cree a pie juntillas, él pone en duda el lenguaje del hombre y lo reemplaza por “el sol en el ojo del ave” (5) o una “aérea mesura tangencial” (6). Surge entonces en la palabra la otredad prohibida, la que es perseguida, la insurrecta mirada, la visión de lo oculto, aquello antes aniquilado por herejía o aplastado por las bombas genocidas.


Pero si hay un mayor genocidio en esto, es el que se ha cometido en el alma de los niños, pues toda gran guerra, toda gran matanza en nombre de, fue gracias al aniquilamiento del espíritu de los niños para formar “hombres”, hombres útiles, serviles, medrosos, hombres sin memoria de niños, entonces así gracias a la instrucción de las sociedades patriarcales se formaron hombres bajo una ley o un dogma, almas consensuadas en las tinieblas: “alza de muros /se venden a mejor postor/ que son los que ya están saciados /ya no hay niños” (7)

Niños en el pudridero diría Anguita, niños en el mundo de ayer y hoy dice Sorge, a lo que Dante nos suma su frase: “Vexilla regis prodeunt inferni” (8).



(1). “Te he de nombrar en medio del abismo”
(2).“Aurora”
(3).“Aurora”
(4).Hágase la luz
(5).“El destello”
(6).“Significado tras significado”
(7).“Ya no hay niños”
(8). Adelántense los estandartes del rey de los infiernos (La divina Comedia- Canto Trigésimo cuarto)




No hay comentarios: